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Pedro Belliblog

El tonto del cine

Hoy he ido al cine. Sí. Con dos cojones. Solo. Mis palomitas, mi agua y yo. Y me he ido a ver una película de chinos. Fearless (Sin Miedo). Por un momento he pensado encontrame al Oto chino de Robresying repartiendo estopa a diestro y dislay, pero al ver los rótulos de presentación he sabido que no. Eran carácteres chinos y no acababan ni en eta ni en er. Así que me he dicho, te jodes, Pedrín, nada del Pincho.
Tranquilos, no os voy a escribir de la película. Faltaría más. El que quiera eso que lea al cabroncete de al lado, que es el que sabe y además escribe como a muchos nos gustaría. Pero claro, se casa en septiembre. Se joda. Algo malo debía de tener.
Al meollo. Hoy, en mi solitaria y enésima sesión de cine –es lo jodido de tener fiesta entre semana cuando todos trabajan– me he encontrado a uno de esos hijos de puta de los que a veces oímos hablar y rara vez nos encontramos. El muy bien denominado Hijolagranputadelmóvil.
Lo debía de haber imaginado cuando ha subido por las escaleras. Un poema, el gachó. A saber: pelo ralo y sucio en media melena, pantalón de chándal rojo Adidas de cuando el CAI de Fernando Arcega, Riley y el Indio Díaz –los preferidos de un mocoso–, con el bajo más roído que el queso de Silvestre y Piolín, zapatillas a juego en marca y mierda, sobre todo lo segundo a pesar de ser sospechosas de blancas, y camiseta roja de manga corta con el dibujo indescriptible. Es decir, que los cinco euros de la entrada –si la ha pagado y no se ha colado, el mierdecilla– se los hubiéramos pagado los otros cuatro parroquianos en agua. Y jabón. Todo junto.
El caso es que para cuando Jet-Li –ay si hubiera sido Oto-Li– se ha puesto a dar mamporros, lo cual ha sido en cuanti que han desaparecido las no traducidas por el productor español letras chinas –lo mismo estaba explicando ande sudecía todo que estaban poniendo el menú para dos personas de la Fortuna Feliz, rollito primavera, arroz tres delicias, tallarines y bola de helado china– va el andoba y se pone a hablar por el móvil.
"Que sí, Mari Loli, que mañana tomamos café a las cuatro. Donde siempre. Bueno, mejor a las cuatro y media, que así me cambio de ropa". Ya era hora en un mes, hijoputa, hemos pensado el resto de la sala. Pero no hemos dicho nada. Hemos sido cobardes como ratas. Hemos pensado, al menos yo, "jodo, entre las pintas y la película, a ver si va a ser el hijoputa el asesino de la katana".
Porque aquí hay que significar otra cosa. Los otros cuatro espectadores en cuestión se resumían en una joven pareja de novios –que tal vez pensaban que no habría nadie más en la película–, un abuelo con pinta de señor Miyagi y un menda, que antes de lanzarse a la aplicación correctora del método Milton suele estudiar pros y contras. Y claro, el pro era señalarle el camino de su madre, lo cual, bien mirado, igual era un favor inmerecido para el chavalote, y la contra morir asesinado por un julay a katanazos en una película de Jet-Li. Un miércoles a las cinco y media de la tarde. Los cojones, amigos. Tengo otros planes para mi óbito.
El caso es que hemos repetido la situación tres veces más a lo largo de la película. La primera ha sido alguien que le preguntaba por los apuntes de algo –y ahí me dije, ya está, el manual de cómo degollar a un extraño, porque el de la lavadora seguro que no es–, otra cuyo contenido ha quedado indescriptible por la tensión emotiva y musical de la película y la última de nuevo con Mari Loli. Y miren, ahí hemos ganado. Porque el caso es que Mari Loli, para tristeza del hijoputa, que ha chasqueado cuatro o cinco veces la lengua al colgar, le ha cancelado la cita.
Así que he salido triunfal del cine. He visto la película, ha ganado Jet-Li, al hijoputa no le hace caso Mari Loli y sí, he vuelto a comprobar que el chándal rojo de Adidas llevaba la misma mierda que me ha había parecido al principio. Y he pensado: "ahí te quedas, hijoputa. Con tu móvil de mierda".

1 comentario

Jorge -

Olé tus huevos! Ir solo al cine... y a ver una de chinos! Yo lo he pensado alguna vez y no me he arrancado. Y magnífica la descripción de la escena, me he descojonado muy mucho. No escribimos como el cabrón de al lado, pero seguimos en prolífica soltería. Tiempo hay para mejorarnos en lo uno y jodernos en lo otro... C'est la vie.